...¡Oh más dura que mármol a mis quejas, y al encendido fuego en que me quemo más helada que nieve, Galatea!, estoy muriendo, y aún la vida temo; témola con razón, pues tú me dejas, que no hay, sin ti, el vivir para qué sea. Vergüenza he que me vea ninguno en tal estado, de ti desamparado, y de mí mismo yo me corro agora. ¿De un alma te desdeñas ser señora, donde siempre moraste, no pudiendo de ella salir un hora? Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.
Sunday, July 04, 2010
Air-otica
Cine, cine, cine… más cine por favor –cantaba Eduardo Aute-
Esta película fue como una venganza. Ahora supongo que él quiso “darme una oportunidad de arrepentimiento y reconciliación” (se había enterado y no me lo iba a perdonar) pero mi joven orgullo era demasiado grande. Alcanzó a comentarme que la película que íbamos a ver era buena, que era un musical con temas de jazz y que tenía una buena crítica, después de esto continuamos en un rotundo y odioso silencio. Así, nos acomodamos en las butacas y comenzó “Hall That Jazz”. Hasta que llegó esta escena, él no se lo esperaba y yo, gratamente sorprendida, sentí que la victoria era mía. Entonces todo se volvió vertiginoso, en lo que se proyectaba y en mi conciencia. Por primera vez salimos del cine sin hacer comentarios y más distantes que nunca. Ese día supe que no podía estar tan equivocada y que habían otras historias, otras miradas y otros caminos que andar.