Según lo muestra este video, al final de esta estrecha calle, mano izquierda, tercer piso, con tres ventanas y sus respectivos balcones, estaba el pequeño departamento donde viví por aquellos años de mi estadía en Sevilla. Al frente había un almacén de semillas y de ahí salía un olor fuerte de la tostaduría que me molestaba. Los ruidos de noche también eran insufribles,infaltable el carrito de la basura haciendo su recorrido nocturno por sobre los adoquines, y las muchachas con sus ritmos de sevillanas. Esto y el calor alargaban mis horas de insomnio. Todo lo que se pierde se vuelve nostalgia, lo deseado y nunca tenido se vuelve nostalgia. Subí a un bus, que por la rotonda hacía el circuito desde la Estación de Córdoba a mi pequeño departamento de Garci Peréz. Era invierno y ya era de noche. Ahora estaba sola en la ciudad, arriba del bus, atenta a cada señal de sus calles para no pasarme de paradero y así no perderme. Aún en este estado de concentración puedo recordar muy bien que te vi aparecer y acercarte por el pasillo, inmediatamente nuestras miradas quedaron suspendidas. Yo era ignorante en juegos de seducción y ese fugaz encuentro no lo fue. Creo que ambos nos sorprendimos con la mirada y, a través de esta, con la presencia del otro. Te sentaste a mi lado, conversamos un poco, algunas preguntas, no teníamos tiempo, el bus hacía rápido su recorrido por calles oscuras, ibas a la Puerta de La Macarena y me preguntaste dónde debías bajar, yo iba hasta la Puerta de la Carne, dos paradas más allá. Equivocadamente te hice bajar antes, en medio de la oscuridad. Esa noche, sola en mi habitación, me reproché mi torpeza y temí que te hubieras perdido. Esa noche y muchas otras, me dediqué a repasar cada gesto, cada movimiento, cada cosa dicha y la emoción perturbadora de un único encuentro. No, yo no sabía y era muy joven para adivinar que esa mirada me iba a acompañar todo este largo tiempo, cada vez que miro hacia el horizonte de la nostalgia.
...¡Oh más dura que mármol a mis quejas, y al encendido fuego en que me quemo más helada que nieve, Galatea!, estoy muriendo, y aún la vida temo; témola con razón, pues tú me dejas, que no hay, sin ti, el vivir para qué sea. Vergüenza he que me vea ninguno en tal estado, de ti desamparado, y de mí mismo yo me corro agora. ¿De un alma te desdeñas ser señora, donde siempre moraste, no pudiendo de ella salir un hora? Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.
Thursday, January 21, 2010
Calle Garci Perez
Según lo muestra este video, al final de esta estrecha calle, mano izquierda, tercer piso, con tres ventanas y sus respectivos balcones, estaba el pequeño departamento donde viví por aquellos años de mi estadía en Sevilla. Al frente había un almacén de semillas y de ahí salía un olor fuerte de la tostaduría que me molestaba. Los ruidos de noche también eran insufribles,infaltable el carrito de la basura haciendo su recorrido nocturno por sobre los adoquines, y las muchachas con sus ritmos de sevillanas. Esto y el calor alargaban mis horas de insomnio. Todo lo que se pierde se vuelve nostalgia, lo deseado y nunca tenido se vuelve nostalgia. Subí a un bus, que por la rotonda hacía el circuito desde la Estación de Córdoba a mi pequeño departamento de Garci Peréz. Era invierno y ya era de noche. Ahora estaba sola en la ciudad, arriba del bus, atenta a cada señal de sus calles para no pasarme de paradero y así no perderme. Aún en este estado de concentración puedo recordar muy bien que te vi aparecer y acercarte por el pasillo, inmediatamente nuestras miradas quedaron suspendidas. Yo era ignorante en juegos de seducción y ese fugaz encuentro no lo fue. Creo que ambos nos sorprendimos con la mirada y, a través de esta, con la presencia del otro. Te sentaste a mi lado, conversamos un poco, algunas preguntas, no teníamos tiempo, el bus hacía rápido su recorrido por calles oscuras, ibas a la Puerta de La Macarena y me preguntaste dónde debías bajar, yo iba hasta la Puerta de la Carne, dos paradas más allá. Equivocadamente te hice bajar antes, en medio de la oscuridad. Esa noche, sola en mi habitación, me reproché mi torpeza y temí que te hubieras perdido. Esa noche y muchas otras, me dediqué a repasar cada gesto, cada movimiento, cada cosa dicha y la emoción perturbadora de un único encuentro. No, yo no sabía y era muy joven para adivinar que esa mirada me iba a acompañar todo este largo tiempo, cada vez que miro hacia el horizonte de la nostalgia.
Que bella descripción de la nostalgia querida Galatea. Te dejo un beso
ReplyDeletePero lo más interesante es la manera en que la nostalgia va pegada a recuerdos precisos! a detalles! cosas que en verdad pueden parecer dificiles de recordar en otros momentos!
ReplyDeleteQué hermosa nostalgia. Es increíble como algunos momentos de nuestras vidas, aparentemente insignificantes, no lo son y nos acompañan por mucho tiempo o quizá para siempre. Generalmente, acompañados por un condicional. Y si...
ReplyDeleteEstoy disfrutando tu blog. Creo que volveré
Un beso