Sunday, October 21, 2007

El Principito y Gene Wilder

Hace muchos años, por el ´75, mi padre nos llevó a ver la película “El Principito”. Uno de los actores principales era Gene Wilder, quien con sus azules, redondos e inquietos ojos interpretaba al tímido pero curioso Zorro. Yo quedé maravillada con esta película, su música y fotografía estupendas, su cielo y su paisaje de dunas ni hablar. Siempre me acuerdo de este actor, también director y evoco con nostalgia esta película.
Hace poco vimos por DVD “El ladrón de orquídeas” con Nicolas Cage (aparte, supe que Cage es un apodo y que su segundo apellido es Coppola, sobrino del famoso director) haciendo el personaje de un patético escritor de guiones para películas, neurótico, perfeccionista, inseguro, tímido hasta el colmo, pero muy tierno. En la historia tiene un hermano gemelo (al principio creí que era su otra personalidad, algo así como disociación psicótica) Este hermano es lo opuesto: simpático, alegre, relajado, superficial, entrador con las mujeres y también exitoso como escritor de bestseller, al otro le está costando un mundo comenzar con un serio guión para una película: "El ladrón de orquídeas", lo puedo recomendar con confianza, tiene suspenso, acción, drama, humor y algo de “sexzzzual”. Pero lo curioso es que estos dos hermanitos (Nicolas Cage), lucen una cabellera crespa y colorina, al estilo de Wilder, esto, más los ojos claros y saltones de ambos, los hace parecerse un montón.
Insisto, Wilder me persigue. Hace algún tiempo se estrenó con mucha propaganda “Charly y la fábrica de chocolates” (mmmmm!), resulta que esta película es un remake de otra llamada algo así como
Willy Wonka y la fábrica de chocolates
Adivina quién es el protagonista, claro, el loquísimo de Gene Wilder! También Wilder me ha seguido con la música y algunas imágenes de “the woman in red” ¿te acuerdas de Kelly Le brock, ... saliendo del baño con su cabellos tan húmedos como sus sensuales labios? La fui a ver sola para mi cumpleaños nº 22 y esto tiene su historia: no conocía el cine y para encontrarlo tuve que caminar mucho, cruzar uno de los puente del Guadalquivir y llegar al famoso Bº de Triana, era un día gris a pesar de que mayo es primavera por esos lados. La vi sola y sola me reí a carcajadas de las caras ridículas de Wilder. Todavía recuerdo al personaje cuando cree que ya está muy cerca de cumplir su fantasía erótica...
Volviendo al “pequeño Príncipe”, la imagen que más recuerdo es cuando él corre junto al piloto, chapoteando por la laguna de un oasis. La risa del niño es cristalina como el agua de una fuente que se derrama fresca y generosa en medio del desierto.

Saturday, October 13, 2007

COLORES de ANGELmó

El frío complica siempre las cosas, en verano se está tan cerca del mundo, tan piel contra piel, pero ahora a las seis y media su mujer lo espera en una tienda para elegir un regalo de casamiento, ya es tarde y se da cuenta de que hace fresco, hay que ponerse el pulóver azul...

cualquier cosa que vaya bien con el traje gris, el otoño es un ponerse y sacarse pulóveres, irse encerrando, alejando. Sin ganas silba un tango mientras se aparta de la ventana abierta, busca el pulóver en el armario y empieza a ponérselo delante del espejo.




No es fácil, a lo mejor por culpa de la camisa que se adhiere a la lana del pulóver, pero le cuesta hacer pasar el brazo, poco a poco va avanzando la mano hasta que al fin asoma un dedo fuera del puño de lana azul, pero a la luz del atardecer el dedo tiene un aire como de arrugado y metido para adentro, con una uña negra terminada en punta. De un tirón se arranca la manga del pulóver y se mira la mano como si no fuese suya, pero ahora que está fuera del pulóver se ve que es su mano de siempre y él la deja caer al extremo del brazo flojo y se le ocurre que lo mejor será meter el otro brazo en la otra manga a ver si así resulta más sencillo. Parecería que no lo es porque apenas la lana del pulóver se ha pegado otra vez a la tela de la camisa, la falta de costumbre de empezar por la otra manga dificulta todavía más la operación, y aunque se ha puesto a silbar de nuevo para distraerse siente que la mano avanza apenas y que sin alguna maniobra complementaria no conseguirá hacerla llegar nunca a la salida. Mejor todo al mismo tiempo, agachar la cabeza para calzarla a la altura del cuello del pulóver a la vez que mete el brazo libre en la otra manga enderezándola y tirando simultáneamente con los dos brazos y el cuello...En la repentina penumbra azul que lo envuelve parece absurdo seguir silbando, empieza a sentir como un calor en la cara aunque parte de la cabeza ya debería estar afuera, pero la frente y toda la cara siguen cubiertas y las manos andan apenas por la mitad de las mangas. por más que tira nada sale afuera y ahora se le ocurre pensar que a lo mejor se ha equivocado en esa especie de cólera irónica con que reanudó la tarea, y que ha hecho la tontería de meter la cabeza en una de las mangas y una mano en el cuello del pulóver...

"No se culpe a nadie", por asociación de imágenes y recuerdos he recordado este cuento de Julio Cortazar, (recomiendo terminar su lectura).