Wednesday, January 23, 2008

¡NO me lo digas DOS VECES!

Esta tortilla de patatas y el vino acompañan deliciosamente este momento de soledad.

- ¿Por qué no te quedas?
- No me lo digas dos veces.
- ¿Por qué no te quedas?...

Y tuvimos todo el tiempo del mundo para hablar sobre aquellas cosas que sabíamos con seguridad que nos iban a unir en una (...)

-¿Por qué no te quedas?...
Qué fácil fue reencontrarnos después de tantos años en temas universales y personales, en besos, abrazos y caricias pendientes.

Y el final sin despedidas ni lágrimas (¿una puerta abierta para otro eventual reencuentro?...)

- ¿Por qué no te quedas?
- ¡No!, no me lo digas dos veces.

P.D.: texto inspirado en el siguiente poema de Mario Benedetti.

LOS FORMALES Y EL FRÍO

Quién iba a prever que el amor ese informal
se dedicara a ellos tan formales

mientras almorzaban por primera vez
ella muy lenta y él no tanto
y hablaban con sospechosa objetividad
de grandes temas en dos volúmenes
su sonrisa la de ella
era como un augurio o una fábula
su mirada la de él tomaba nota
de cómo eran sus ojos los de ella
pero sus palabras las de él
no se enteraban de esa dulce encuesta

como siempre o como casi siempre
la política condujo a la cultura
así que por la noche concurrieron al teatro
sin tocarse una uña o un ojal
ni siquiera una hebilla o una manga
y como a la salida hacía bastante frío
y ella no tenía medias
sólo sandalias por las que asomaban
unos dedos muy blancos e indefensos
fue preciso meterse en un boliche

y ya que el mozo demoraba tanto
ellos optaron por la confidencia
extra seca y sin hielo por favor
cuando llegaron a su casa la de ella
ya el frío estaba en sus labios los de él
de modo que ella fábula y augurio
le dio refugio y café instantáneos

una hora apenas de biografía y nostalgias
hasta que al fin sobrevino un silencio
como se sabe en estos casos es bravo
decir algo que realmente no sobre

él probó sólo falta que me quede a dormir
y ella probó por qué no te quedas
y él no me lo digas dos veces
y ella bueno por qué no te quedas
de manera que él se quedó en principio
a besar sin usura sus pies fríos los de ella
después ella besó sus labios los de él
que a esa altura ya no estaban tan fríos
y sucesivamente así
mientras los grandes temas
dormían el sueño que ellos no durmieron.

Mario Benedetti