Thursday, July 14, 2011

La VIDA simplemente.




Corro las frazadas y la sábana clara, siento la luz de una nueva mañana y respiro. Estoy viva y esa luz y ese aire son míos. Hoy la vida es nuevamente mía. Renovar el permiso de circulación, limpiar el auto, ir a la peluquería, compras en el supermercado, hacer aseo profundo, tirar a la basura todo lo que ocupa espacio y sobra, escribirle a J. y decirle lo que pienso, mejor no, él ya lo sabe y no quiere darse por enterado. Muchas cosas por hacer. Otra vuelta en la cama, acomodo mejor la sabana y las frazadas. No me siento feliz. Quiero estar sola. Enfrentarme a otros es enfrentarme a mi misma, con más defectos que cualidades. Grito mi derecho a tener defectos, a solas con mis “mañas” no le hago mal a nadie. De qué se trata la vejez. Voy perdiendo el entusiasmo por nuevos proyectos. Espero la revisión  del auto. El día es gris, hace frío, aún así prefiero esperar afuera. Una mirada, una sonrisa, me dice algo, respondo con una sonrisa. Podría acercarme e iniciar una conversación, ya me he enterado que es un agricultor de Limache. Podría ser interesante compartir gustos y diferencias. Me doy vuelta, camino y me alejo. La ciudad con su lento tráfico. Un café. Saber tomar distancia manteniéndose en medio del tumulto. Dime si hay partido, dime si hoy habrá lluvia o protestas. Interesada por algunos de sus titulares, compro “Le monde Diplometique, Aún creemos en los sueños”. Miro rostros y cuerpos, en cada uno de ellos imagino aspectos, modos y conversaciones que no me entusiasman. Hago el juego de reemplazar esos rostros por el tuyo, son otras imágenes que pasan rápido por mi mente. Tomados del brazo, me haces cruzar corriendo las avenidas,  conversamos y reímos por todo, me siento feliz. Lavo el auto a pesar del viento y de las amenazas de lluvia. A otros un refrigerador lleno les da tranquilidad a mi, el orden y la limpieza. Una llamada, reconozco el número y no contesto, otra llamada y otra, números desconocidos, no contesto. Me siento mejor sin compromisos.  Leo el diario. Las cartas están echadas. Son otros los que manejan esta forma de vida. Tu estilo, tus hábitos, tus necesidades y costumbres están ya determinados por  este sistema económico, tu libertad es pura propaganda. Solo a través de la ropa de mi cama, una fría y gris mañana, tuve y sentí la vida como algo cierto, único, simple y auténticamente mío.