Friday, November 21, 2008

bajando por Freire hasta Bilbao...

Comienzo mi tour "al rescate del pasado" subiendo por Prat con Barros Arana...
Me entusiasmo con estas rosas maduras, recostadas sobre este típico cerco de madera.


Me atrae esta ventana con su cortina de encaje.






Algún torpe gigante la aplastó?...



Es una casa típica y los cables también.


En el empalme de Prat con Freire me encuentro con esta casa ya deshabitada.

La misma casa por el costado de la calle Freire.

Siguiendo por Freire, las galerías como en el "viejo oeste"
Y las esquinas con sus puertas para negocios.




Sigo y me atrae el contraste de estas dos fachadas: la primera, con la madera sin pintar, luce el amarillo del musgo seco por el sol, mientras la casa vecina golpea con su azul.

Esta casa sobresale en la cuadra con su porte, entrada y balcón. Lleva años con el cartel "SE VENDE", su compra es su muerte.



Un "Bauhaus" de madera...

Todo se vende, la cuadra entera se vende... ya no se puede mantener este tipo de casas, en invierno no hay forma de calefaccionarlas y de protegerlas de los temporales de lluvia.


Qué hermosa esquina.


Siempre me ha gustado pararme en este punto a observar esa hilera de ventanitas... (tu paciencia es admirable adaptándote a mi ritmo zigzagueante y sincopado)



Escapa un poco del estilo arquitectónico anterior pero también es una construcción típica, donde se combina un primer piso de concreto con el segundo de madera, compartiendo esta casa varias familias con entradas por el frente y por ambos costados.



La ventanita de la derecha es de un pequeño negocio de verduras y está protegida con barrotes, a los pobres también les roban.

ah!... luchando contra la gravedad.


Ya vamos llegando a Bilbao, una casa con más estilo, también condenada a desaparecer, el cartel de la izquierda, abajo de la pintura negra, dice SE VENDE.


ALTO!... Por aquí algo está pasando...


... la vieja casona de 2 pisos de madera, en la esquina sur poniente de Freire con Bilbao, ha sido demolida.





A pesar de la resesión, mi ciudad se sigue renovando, echando abajo viejas construcciones mal tenidas por nuevas moles como gigantes trasatlánticos de 1ª clase, varados en medio del pavimento polvoriento. No son gaviotas, son palomas surcando el cielo gris. No es la sirena de un barco anunciando su llegada al puerto, entre semáforos, vehículos y transeúntes, es la señal del medio día en mi agitada ciudad.


Y, doblando en la esquina de Freire con Mackenna, nos vamos a tomar un café.