Saturday, August 18, 2007

Tedio...

Nunca había sentido tanto frío. Las calles del centro de Santiago tenían un olor particular y un sordo murmullo de voces de un submundo que yo no alcanzaba a conocer. Apreté mi bolso y caminé más rápido por Estado, alguien pasó corriendo por mi lado, otros lo seguían. Apuré aún más mi marcha, acorté camino sorteando vendedores ambulantes, cancelé mis ganas de tomar un café; pasé de largo por las librerías y doblé hacia la Alameda...

Esa mañana quise pasear en metro, eran otros tiempos.
Me dejé llevar por nombres asociados a particulares
y entrañables recuerdos de mi infancia.

¡Cómo iba a saber que después de tantos años ibas a estar
al final de esa estación!...

y fueron muchos viajes tragando con mis ojos nombres, señales, carteles, murales y coloridos diseños en azulejos.

Estación Universidad de Chile, mural de Mario Toral (marcar en la foto para ver detalle)

Por debajo de la ciudad yo disfrutaba desde ya nuestros furtivos y jugosos encuentros capitalinos.

Hoy me sentí ahogada entre tantos cuerpos, empujada por escaleras mecánicas. Rápido las puertas se abrieron y se cerraron succionando mi mirada.

Nombres, carteles, azulejos.... ya no me dijeron nada.

Sentí con triste nostalgia que esta ciudad ya no me pertenecía.

Corro para subir al metro, diviso un asiento libre, rápido avanzo y lo gano. Sentada apoyo la cabeza contra el vidrio, todo pasa lento, me siento atrapada por el tedio, viviendo una rutina que cualquier entusiasmo opaca. Miro los rostros, nada me conmueve, ya no hay cruce de miradas. Hace tiempo que despierto en las mañanas sabiendo que todo será igual que todos los días, a la misma hora y en el mismo lugar, con la necia confianza de que mis pasos me llevarán donde siempre, sin errar, mientras mis sueños se ahogan en las quietas aguas del tedio.