El solsticio de invierno la tenía al borde de oscuros y fríos parajes mentales.
¿Quién ha sido el afortunado que ha elegido donde vivir y no se ha equivocado en el intento?..
Galatea se creyó la Reina de las nieves de todos esos cuentos de la niñez y creyó que lo más sano era el oxígeno y la clorofila de bosques de helechos gigantes y puntas enroscadas, bosques de pálidos líquenes y esponjosos musgos sobre troncos de mañíos milenarios. Un verde paisaje en las faldas de una cordillera imponente con su blanco manto. Se equivocó en su precoz elección.
Hoy "creía" que lo más cercano al paraíso estaba al Norte de su reino, al Sur del Ecuador, hacia el trópico de Capricornio.
El 16 de julio, ¡qué mejor fecha para viajar a La Tirana! 
a 72 kilómetros de la ciudad de Iquique. Tan fácil como llegar al mercado. Allí, un hombre vociferaba la salida de improvisados recorridos hacia el pueblito, en esta ocasión invadido por miles de fieles creyentes, turistas y vendedores, acompañando a la Virgen morena.
Gala necesitaba de toda esa luz y de todo ese calor y color y
¡ahí estaban!... la vida abierta como un abanico multicolor.
Y Galatea, en estado de blanca y enfermiza palidez, se inyectó todo lo que pudo entrar por sus ojos, por sus oídos, por sus poros, olfato y gusto:
coloridas faldas con blancos calzones,
trenzas con amarras y pompones;
fantasiosas máscaras con largas y coloridas caballeras y capas con símbolos religiosos bordados en oro;
indios con botas cargadas de cascabeles, pitos, matracas, bombos, platillos...
En cada esquina la "Carmelita" recibiendo los homenajes de sofisticadas y sencillas hermandades religiosas.
Fascinación, asombro, deleite, gusto, alegría, espontaneidad, energía, salud, vida...
Pley para ver espectáculo.
Galatea ya se veía morena y vital.
