Sunday, December 21, 2014

la VIDA







Podría escribir para sacarme estos sentimientos y emociones que cargo como un saco de viejo pascuero, ¿podría?, ¿podría?... es un lenguaje interno continuo, eterno, que me acompaña desde mi más antiguo recuerdo de infancia. Lo de niña eran cuestionamientos sobre lo que me parecía una "suerte" injusta, la pobreza me parecía fea e injusta, me creía merecedora de algo mejor. No me calzaban mis sueños, mis fantasías y gustos con el paisaje que tenía a mi alrededor, al otro lado de la pandereta se veía un mundo mejor. Me sentaba en algún punto del patio, sola, pensativa, cabizbaja, meditando sobre este asunto agitando una ramita que imaginaba con poderes de "barita mágica". Era tímida y callada, con unos ojos grandes (de pichón asustado) que me espantaban cuando me miraba en el espejo. Me gustaba escuchar música clásica y soñar despierta, dibujar y jugar con mis muñecas. También, en mis tiempos de cama obligada, aprendí a tejer, ahora lo olvidé. Pero la costumbre de caminar hablando conmigo misma sigue igual, y no solo conmigo, también me gusta hablar con los pájaros, con los árboles, con el viento, el cielo, el mar. ¿Será posible que un zorzal me parezca un niño cándido y ridículo cuando corre dando saltitos y se detiene mirando de medio lado, imaginando que de esta manera yo no lo veo?... me hace reír y le digo que es ridículo, que se deje de tonterías, por fin sale volando hacia lo alto de un árbol, se para en lo oculto del ramaje y canta una nueva melodía. Y ¡tiene tantas!, hay algunas que parecen ringtones de celular. Una tarde pasé bajo un árbol y sentí que alguien me silbaba, como lo hacen los obreros de la construcción, pero ¿desde lo alto de un árbol?... Me detengo en mi mirador, al fondo el mar con su horizonte, más cerca, en el límite del jardín, una pareja de tencas que se para en los postes del alambrado. Ellas también tienen un variado repertorio de cantos y a mí fácilmente se me pega uno que parece un tacatacatá corto de metralleta. Las miro pasearse de espino en espino, son bellos los espinos con sus brotes verdes de primavera. Más cerca tengo las ramas que cuelgan de un alto pimiento, es agradable ver el cielo azul entre sus ramas. La brisa y la tibieza del sol la siento en mi rostro. En esos momentos me enredo en emociones, me ahogo, lloro y me desespero, siento que voy a explotar (explosar) el cuerpo se me hace pequeño para todo ese sentir, entonces necesito sacar todo eso, pero cómo... Lo mismo me pasa cuando leo textos cargados de poesía, de una poesía que no solo la encuentro en los poemas, la sola descripción del cabello, o del vestido, de una niña, agitándose por el viento de la tarde, puede estar cargada de poesía. Así se salva la vida, cualquier vida. Así, por fin,  me da lo mismo ser rica o pobre, tener o no tener, porque la vida me pertenece por el simple gusto de tenerla. Me adueño de mi vida y se me hace poco el día, se me hacen poco los instantes. La vida hay que vivirla hasta el último día con vida, "quiero que la muerte me pille vivo" dice el viejo Nicanor. Y por eso te busco y me acerco, para tener más sustrato para sentirme viva.