

Me entusiasma la idea de subir a la iglesia y pararme desde su portal para mirar hacia el pueblo, hacia el lago Llanquihue, hacia los verdes campos... hacia el cielo y respirar profundo toda la felicidad, que sólo un idiota puede sentir con una profunda emoción.... bajaré corriendo, sintiendo el viento frío y la cosquilla de la alegría infantil de un idiota. Caminaré por los jardines de la pequeña plaza, cruzaré al café que está al frente y que ofrece sabrosos churrascos y kuchenes. De aquí es la cerveza artesanal "Los Colonos" y el queso “Puerto Octay”, también la mantequilla de "Puerto Octay"...
Caminando hacia el lago te puedes encontrar con más negocitos, en uno de ellos venden chocolate artesanal, con variados rellenos y esencias. Hay una vieja casona verde nilo desteñido, de dos pisos, con una galería y un cartel de un hotel con nombre alemán, (cuando vengas a verme podríamos arrancarnos a este lugar y pasar una caliente y tierna noche en este hotel. Imagino en la recepción a una vieja judío-alemana, con cara de sospecha, estirando su mano para recibir el dinero).

Querer es poder, así fue como pude realizar hoy mi antojo de ayer. Todo salió como lo pensé, incluso mejor por que me tocó un día radiante, campos inundados con bandurrias, queltehues...


